Cascada de Ézaro (O Pindo, A Coruña)

El Monte Pindo es sin duda un lugar mágico, una enorme mole de granito forrada de mitos y leyendas. Cientos de historias de piratas, princesas, rutas secretas y tesoros han surcado sus laderas desde tiempos inmemoriales pero sin duda es la propia naturaleza la que hecho que este imponente monte, considerado el Olimpo Celta gallego, te atraiga como un imán.
Se eleva majestuoso junto al mar, muy cerca de la playa, pero lo que más sorprende es la furiosa desembocadura por uno de sus costados del río Xallas, formando una grandiosa catarata, que antaño debió de ser sobrecogedora, que cae sobre el mar: la fervenza del Ézaro.
Y digo antaño porque tanta belleza se vio eclipsada durante muchos años por la acción humana, al aprovechar el salto para la producción hidroeléctrica, surcándolo con tubos y cables y canalizando su fiereza. Y adiós a la contemplación del único río de Europa que desembocaba en el mar en forma de caudalosa catarata. A veces los humanos os pasáis un poco.
Afortunadamente las cosas han ido cambiado recientemente y aunque el río no ha recobrado su libertad, la peticiones incesantes de organizaciones de defensa de la naturaleza han hecho que, primero con horarios determinados (y tremendas colas) y ya desde el 2011 sin limitaciones, sea posible contemplar, día y noche, un grandioso espectáculo.
El acceso se realiza a través de una pasarela de madera que va desde el aparcamiento hasta el profundo pozo de la cascada. No me dejaron bañar, aunque ganas no me faltaban, pero me reconfortó el frescor del agua vaporizada en el ambiente y en las desgastadas rocas.

A los pies de la fervenza hay también un
agradable y tranquilo puertecito. Y más allá, el inmenso mar y la playa de Ézaro, en un entorno urbano y con un agradable paseo marítimo.
Habréis oído que a finales del verano de 2013 el monte Pinto sufrió un tremendo incendio que me tuvo en vilo pero afortunadamente gracias a las reconfortantes lluvias se está recuperando y ya comienzan a brotar los carballos enanos, típicos de este lugar.




























Ya sabéis que no me pierdo las delicias de la gastronomía de la zona pero en este caso, como andábamos de ruta, nos zampamos unos bocatas de deliciosa tortilla de patata y chorizo casero que nos había preparado por la mañana Lucinda, la propietaria del alojamiento rural Casa do Zuleiro en Serra de Outes (981765531), un entrañable lugar donde somos muy bienvenidos y tratados como príncipes. Yo me alojé en un apartamento independiente con jardín, donde podía respirar el aire fresco antes de dormir. Los desayunos y cenas son fantásticos: el pollo de corral casero a la sidra, con su salsita gelatinosa perdurará en mi canina memoria durante un largo tiempo.

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